Panistas coahuilenses hundidos en la corrupción.

El senador Guillermo Anaya protege delincuentes suramericanos y Rosendo Villarreal con el tráfico de influencias en PEMEX ahora si puede explicar su riqueza.

09/06/2008 12:38:24 a.m.
Vladimir?Galeana


El viernes pasado el presidente Felipe Calderón Hinojosa se reunió con alrededor de mil funcionarios públicos de su administración en la Residencia Oficial de Los Pinos.

En un ejercicio que muchos catalogaron de inédito, el Primer Mandatario habló de estrategias de gobierno, de dar órdenes precisas y señalar conductas indebidas. De entre todas las cosas que dijo, creo que lo que más le sonó a algunos de los ahí presentes, fue la frase de “cero tolerancia a la corrupción, al influyentismo, y a las compras amañadas del gobierno”.

En este espacio he relatado infinidad de esos actos a los que el presidente llamó a no tolerar, sobre todo por las exorbitantes utilidades que les deja a algunos funcionarios cercanos al residente de Los Pinos.

No sé si no hayan entendido el mensaje, pero me parece que no pueden seguir lucrando con el cargo que les confirió el hombre a quien presuntamente están obligados a proteger y a servir con eficiencia, pero sobre todo con decencia.

Los cotidianos actos de corrupción que se dieron durante el foxiato no pueden seguir siendo la constante en el sexenio de Calderón, máxime que para entablar una lucha frontal contra el narco en la forma como lo ha venido haciendo, se requiere sacar los cadáveres del clóset, según dicen los estrategas.

Esos cadáveres a los que me refiero son los distintos actos de corrupción en que se han visto involucrados algunos de los más conspicuos políticos afines al actual gobierno, por lo que me permitiré recordar algunos de ellos.

Comenzaré diciendo que si alguien sabe de este tipo de componendas al amparo del cargo que se detenta, es el ahora senador Juan Bueno Torio, quien durante su paso por la paraestatal más importante del país acumuló una considerable fortuna con la que piensa puede ganar la gubernatura de Veracruz. No cabe duda que la vocación empresarial del senador Bueno es harto elástica, pues está dispuesto a apostar esa fortuna de la que hablo en competir por su partido, sabedor de que la recuperará con creces de ganar la contienda y suceder a Fidel Herrera Beltrán.

Y qué decir del también senador Santiago Creel Miranda, quien con el poder de su firma igualó el récord de concesiones para juegos y sorteos que durante setenta años construyeron los priístas. Aquí he afirmado que una de las beneficiarias fue una prima suya, pero también los detentadores de medios de comunicación que ahora controlan la mayor parte de los centros de apuesta.

La finalidad era asegurar propaganda gratuita si lograba la nominación de su partido, pero en el camino se le atravesó un “hijo desobediente”.

Siguiendo con el tema de PEMEX, vuelvo a repetir que el aún Subdirector General Administrativo, de nombre Rosendo Villarreal, logró liquidar con el salario que “honorablemente” recibe mes con mes, las hipotecas que había contratado para todas sus propiedades, pero lo más increíble es que le alcanzó para hacerse de una línea de transportes con cerca de sesenta unidades.

No cabe duda que cuando se tiene la oportunidad de ahorrar, y se vive en la austeridad republicana a la que se refirió Benito Juárez, la vida le sonríe a uno.

Pasando al capítulo del influyentismo, me permitiré señalar de nuevo el caso del acaudalado empresario Amado Yañez Osuna, dueño de la empresa Oceanografía tan afamada por las gestiones realizadas por los hermanos Bribiesca para conseguir contratos con Pemex hasta por nueve mil millones de pesos.

Pero la muestra más palpable de ese influyentismo a que se refirió el presidente Calderón, es la impunidad del empresario para responder a la justicia por delitos cometidos en materia fiscal. La Procuraduría Fiscal de la Federación solicitó hace más de un año a la Procuraduría General de la República el trámite de una orden de aprehensión contra el empresario por el delito de defraudación fiscal, ya que debe impuestos por más de doce millones de pesos.

Si a un simple ciudadano por una cantidad infinitamente menor lo acosan y lo encarcelan, no entiendo porqué no se obedecen las órdenes del presidente Calderón.

Otros ejemplares funcionarios de la Secretaria de Gobernación también han hecho uso discrecional de las facultades que les otorga el reglamento de la Ley Federal de Juegos y Sorteos, por cierto mañosamente diseñado por Santiago Creel para incrementar el poder de su firma en el suceso relatado en líneas anteriores.

Roberto Correa Méndez, director General Adjunto de Juegos y Sorteos, Augusto Gómez Córdova, subdirector de Permisos, y Luís Alfonso Cervantes Vergara, subdirector de Inspección y Vigilancia, han hecho de la práctica de dejar hacer y dejar pasar una forma cotidiana de allegarse recursos para lo que se ofrezca en el futuro.

En este mismo sentido, por allá por los rumbos de Coahuila, quien decide todo respecto al tema de los casinos, incluida la permisibilidad de colocar centros de apuestas clandestinos, es el senador José Guillermo Anaya Llamas, quien brinda protección a las bandas de “Los Gordos”, integradas por venezolanos y argentinos.

Estos asuntos a los que me he referido son públicos y han sido reseñados infinidad de veces en los medios de comunicación sin que hasta ahora se haya hecho algo.

De no cumplirse la orden del presidente Calderón, habremos confirmado que las palabras vertidas el viernes pasado “Son como las llamadas a misa”. Al tiempo.

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