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miércoles, 30 de julio de 2008

Una lección para los saltillenses

El Obispo de los migrantes indocumentados.

Por Armando Navarro Gutiérrez.

Si pasa por Saltillo, no olvide visitar al Obispo de los migrantes indocumentados, monseñor, Raúl Vera López. Éste hombre de tez blanca y estatura regular (1.65 metros) se ha erigido como el salvador de los indocumentados que pasan por Saltillo.

Sepa usted que en ésta ciudad se han cometido serios atropellos en contra de nuestros hermanos inmigrantes procedentes de Sur América.

Recuerdo que en cierta ocasión, algunos de ellos fueron baleados por militares que estaban de guardia en la estación del ferrocarril. Al parecer los militares estaban drogados y su estado inconveniente fue la causante de arremeter en contra de los viajeros que iban de “mosca” en los vagones del FFCC.

Ante estos hechos, el Obispo Vera López, originario del estado de Guanajuato y egresado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM antes de entrar al sacerdocio, elevó su voz, en protesta por éstos acontecimientos.

Pero su reclamo no quedó ahí. Con ayuda de otros párrocos, puso una estancia para los jóvenes migrantes donde se les da asistencia, comida y servicios médicos a quienes lo solicitan.

UNA HISTORIA CONMOVEDORA

En cierta ocasión, en la Catedral de Saltillo, estaba el Obispo en referencia ofreciendo una misa para dar gracias al creador el día de su nacimiento, cuando en plena homilía, Raúl Vera pidió a la comunidad católica, que precisamente en ese día que se conmemoraba el nacimiento del niño Jesús se diera cobijo a un matrimonio de indocumentados.

A la petición del Obispo siguieron largos momentos sin que nadie dijera, ésta voz es mía, y ofrecer su hogar en esa noche que debiera ser de solidaridad con los demás seres humanos y más aún con quienes estaban en desgracia lejos de su tierra.

Pasado algún tiempo, por fin una familia altruista se ofreció dar cobijo a ese matrimonio de indocumentados que pasaba por Saltillo y cuya mujer por lo que dijo el cura, debía tener un avanzado embarazo.

Cual fue la sorpresa de todos los presentes que los migrantes a los que se refería el Sr. Obispo no eran otros que las figuras de María y José que como cada año se hace entrega para su resguardo a una familia de saltillenses, y que en otras ocasiones se hacía como un reconocimiento no al altruismo sino a la posición económica de los agraciados.

Pues bien, ésta fue una lección que quedó en la memoria de los saltillenses a quienes les quedó claro que decirse cristianos y ser cristianos son dos cosas muy distintas.

Por ello en homenaje a la labor humanista a favor de los migrantes y en especial de los indocumentados que pasan por México, es que desde éste espacio pedimos a nuestra comunidad que nombremos al OBISPO RAUL VERA LOPES COMO EL OBISPO DE LOS MIGRANTES.

Y que Dios nos lo conserve por muchos años.

Atte.

Armando Navarro Gutiérrez

Director de migración-latina.blogspot.com

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