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En todo el mundo millones de personas encaran el reto fascinante como temerario de abandonar el confort familiar. Su valor y arrojo los revela como lo mejor de la sociedad de donde provienen. Llegar a su destino (E.U.) los enfrenta a peligros reales e imaginarios. “migración-latina.blogspot.com”, nace para allanarles el camino.Sea pues éste, un intento mas de la sociedad civil por ayudarse a si misma. ESCRIBAME A: migracionlatina@gmail.com

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domingo, 13 de julio de 2008

Un Error judicial, Unas olimpiadas, Un Artista, Un Mexicano

Las violaciones a las leyes de justicia no solo son llevadas a cabo por delincuentes, tambien las autoridades gustan de servirse de las leyes para cumplir casos, aunque esto se lleve a cabo con grandes hombres:


Fue condenado a morir, pero vivió para contarlo
Georgina Olson
Luego de estar preso casi 20 años en EU, el mexicano Mario Flores se convirtió en un reconocido pintor mundial

A los 19 años, Mario Flores Urbán había ganado varias competencias de clavados en Chicago, Illinois, y su destreza como deportista hizo que su entrenador incluso le hablara de la posibilidad de ir a los siguientes juegos olímpicos… pero eso no sucedió. En noviembre de 1984 la policía de Chicago lo culpó injustamente de un asesinato y pasó los siguientes 20 años en la cárcel, cargando sobre los hombros una condena a muerte.


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Con un sentido del humor sorprendente, el mexicano, que fue liberado en 2004, narró su historia a un auditorio de 200 personas en el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Habló de cómo un sistema de justicia corrupto y la falta de acceso a abogados competentes lo mantuvieron en prisión y que hay muchos mexicanos que son condenados injustamente en la Unión Americana.

Cuando Mario llegó a Chicago a los siete años de edad, en 1972, no hablaba inglés. Un día salió a la calle y empezó a platicar con dos niños portorriqueños, Víctor y Sami, y, aunque ellos casi no hablaban español, surgió una amistad que duraría muchos años.

Cuando crecieron, los dos niños entraron a una pandilla… y, junto con ellos, Mario. A los 13 años participaban en el robo de autos. Uno de esos días la policía lo detuvo, lo golpearon para que revelara los nombres de los jefes de la pandilla, pero no lo hizo. Debido a su valor, lo nombraron jefe de la pandilla de los menores.

Fue entonces cuando sus padres se dieron cuenta de que andaba en la pandilla y, para tratar de alejarlo de esa vida, lo inscribieron a una escuela privada.

En el colegio le empezó a ir bien y después entró al equipo de clavados, donde demostró un talento especial para ese deporte.

En julio de 1984 empezó una ola de asesinatos entre delincuentes del noroeste de Chicago. Entonces la policía declaró una guerra a las bandas y los oficiales empezaron a sacar fotografías de los diferentes grupos y de los lugares donde se reunían.

A los amigos de Mario les encontraron pistolas, metralletas y droga. Los detuvieron. Pero en muchas de las fotos que les habían tomado aparecía él.

Los pandilleros declararon que, técnicamente, Mario “es nuestro jefe”. Debido a esas declaraciones, y por las fotos, la policía llegó a la conclusión de que Flores era el líder de la pandilla.

De acuerdo con Mario, la policía necesitaba culpar a alguien, pues no se había podido resolver el asesinato de Gilberto Pérez, jefe de un grupo delictivo.

Con las declaraciones de los dos pandilleros y el testimonio fabricado de una señora que dijo que vio a Mario matar a Gilberto Pérez, lo declararon culpable, y el fiscal lo condenó a muerte.

Mario, dado que no podía pagar los servicios de un abogado especializado, le pidió a su padre que le ayudara con los cuatro mil dólares que costaba la carrera de derecho. Así, estudió por correspondencia, en su examen final obtuvo 98 de calificación y recibió el título por la Universidad de Arizona.

Después de diez años en prisión, “llegué a un punto muy bajo, pensé: ¿qué voy a hacer con mis 23 horas? Y en eso voltee a la pared a ver un calendario, de los que cada año me mandaban mis primas de México, y allí se veía una imagen de una leyenda azteca… entonces le dije a mi compañero de la celda de junto, que también era mexicano y sabía dibujar: ¿Me puedes enseñar a pintar?... y me dijo que sí”, contó Mario.

Pasó los siguientes ocho años pintando paisajes de pueblos y montañas mexicanos, de leyendas aztecas, y hasta de Venecia y del mar. Mientras purgaba su condena en una prisión de alta seguridad, sus cuadros eran expuestos en Málaga, España, Polonia y Suiza.

En 2002, después de probarse que hubo errores en las sentencias de muerte de varios internos, el entonces gobernador de Illinois, George Ryan (republicano), suspendió las ejecuciones y a Mario se le conmutó su sentencia a 40 años de prisión, pero dos años después obtuvo su libertad.

Los asesores de Ryan le recomendaron que no reconociera que en el caso de Mario se había cometido un error.

De lo contrario, el mexicano hubiera podido demandar al estado de Illinois, por miles de millones de dólares: debido a los juegos olímpicos a los que no pudo ir y por todo lo que hubiera logrado y ganado en esos 20 años que estuvo en la cárcel.

Mario explicó que, cuando lo liberaron y lo deportaron a México, técnicamente le dieron “libertad condicional” y le dijeron que si regresaba a la Unión Americana lo volverían a encarcelar, para que pagara los 20 años de cárcel que le faltaban.

Asegura que el gobierno mexicano tuvo la intención de ayudarle, pero no supo cómo, y actualmente tienen una mejor estrategia, pues han contratado a abogados especializados en Estados Unidos, para defender a los condenados a muerte.
Luego de estar preso casi 20 años en EU, el mexicano Mario Flores se convirtió en un reconocido pintor mundial

A los 19 años, Mario Flores Urbán había ganado varias competencias de clavados en Chicago, Illinois, y su destreza como deportista hizo que su entrenador incluso le hablara de la posibilidad de ir a los siguientes juegos olímpicos… pero eso no sucedió. En noviembre de 1984 la policía de Chicago lo culpó injustamente de un asesinato y pasó los siguientes 20 años en la cárcel, cargando sobre los hombros una condena a muerte.

Con un sentido del humor sorprendente, el mexicano, que fue liberado en 2004, narró su historia a un auditorio de 200 personas en el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Habló de cómo un sistema de justicia corrupto y la falta de acceso a abogados competentes lo mantuvieron en prisión y que hay muchos mexicanos que son condenados injustamente en la Unión Americana.

Cuando Mario llegó a Chicago a los siete años de edad, en 1972, no hablaba inglés. Un día salió a la calle y empezó a platicar con dos niños portorriqueños, Víctor y Sami, y, aunque ellos casi no hablaban español, surgió una amistad que duraría muchos años.

Cuando crecieron, los dos niños entraron a una pandilla… y, junto con ellos, Mario. A los 13 años participaban en el robo de autos. Uno de esos días la policía lo detuvo, lo golpearon para que revelara los nombres de los jefes de la pandilla, pero no lo hizo. Debido a su valor, lo nombraron jefe de la pandilla de los menores.

Fue entonces cuando sus padres se dieron cuenta de que andaba en la pandilla y, para tratar de alejarlo de esa vida, lo inscribieron a una escuela privada. LEER MAS

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