Humberto Moreira, descrito por un poeta.

La entrevista: Por Jesús R. Cedillo

Publicado el: 16-Junio-2008

Sintomática, a ratos aburrida por el poco bagaje cultural del cual hace gala HMV en sus respuestas que se convierten rápidamente en clichés, frases que espera se conviertan en chistes, la entrevista se deja leer y da muchas aristas que vale la pena glosar en próximas columnas que estoy preparando para el efecto (Mitos y realidades de lo externado por el Gobernador). Hoy sólo escribiré esta columna como comentario general.

De poca sabiduría académica, de escasos conocimientos, de cortas y parcas lecturas, pero con una facilidad inusitada para el baile de la cumbia colombiana que lo llevó a la gubernatura que ahora disfruta en Coahuila, HMV se autollamó a sí mismo y su círculo rojo que lo rodea como “la nueva clase política.”

Y esta nueva clase política ha viajado rápidamente de la sentina a la cúspide política. La atractiva personalidad de “caudillo populista” y “audacia bandoleril” —frases del periodista Juan Cisneros Cortés, académico que sin duda alguna es uno de los hombres en Coahuila que más conoce al “Clan Moreira” desde las mocedades en su formación académica y política— de la cual ha hecho gala HMV, vino a enseñar en Coahuila que no sólo los “cachorros” de la revolución o los herederos de la fama política (el usufructo de los apellidos de siempre), pueden llegar a los cargos más altos en la administración pública estatal.

Humberto Moreira habla como piensa, y no lo digo en tono peyorativo alguno. Su educación de profesor (cosa que lo refiere machaconamente en la entrevista) lo hace hablar de lo que conoce y así contesta las preguntas del reportero. HMV es muy joven y va creciendo en su formación profesional y política. Lo he escrito antes: HMV, como su admirado Carlos Salinas de Gortari, dejará el poder Ejecutivo estatal a los 45 años. Coincidencia que los emparienta más allá de las casualidades.

Moreira Valdés habló en la entrevista como si anduviera en campaña, con estribillos hechos, frases hueras que se comen los ciudadanos de la colonia Asturias o los locutores a sueldo, pero no este columnista. Veamos algunas de ellas: “Hacer giras es para transformar cada municipio. Hay municipios del Estado que he visitado más que los últimos cuatro gobernadores juntos, y en cada visita hay una obra pública.”
Vamos por partes: pues para eso hizo campaña, para eso ganó; ganó para servir a los coahuilenses que votaron por él, así de sencillo. No es un favor, es su obligación y lo mínimo que debe de hacer por la masa de coahuiltecas que depositó en él su valioso voto.

Que ya tengan drenaje, pavimento y agua entubada colonias o municipios como Rincón de la Virgen o Candela, Coahuila, habla de un mínimo cumplimiento en las obligaciones de un Gobernador y su proyecto de Gobierno que compitió en las urnas para lo siguiente: servir a los coahuilenses. ¿Para qué referirlo entonces como un heroísmo al día de hoy?

Esquina-bajan

Una más: “Para mí, todo se perdona, menos la traición.” Del dicho al hecho se cae la sopa. Si no tolera la traición, ¿por qué sigue manteniendo en sus puestos a tres funcionarios de su gabinete que posiblemente han traicionado su confianza y el trabajo encomendado en tan delicados puestos? Me refiero a Manuel Jaime Castillo, Héctor Gaytán y Luis García Abusaíd.
Éste último se desligó de él públicamente en un diario de la localidad al decir: “Los cursos (de adoctrinamiento mediante un manual del cual pronto voy a dar cuenta aquí) fueron iniciativa del Gobernador...” Con este tipo de “leales” colaboradores, ¿para qué quiere enemigos el Gobernador?
Lo he dicho antes: Humberto Moreira Valdés se me hace un joven político bien intencionado, quien desgraciadamente no supo escoger bien a los hombres de su gabinete. Lo anterior lo dejé escrito en el inicio de su administración, hoy lo estamos comprobando.

Letras minúsculas
El político por su boca muere. Humberto Moreira está en capilla y veremos si de verdad “la traición no se perdona.”

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